¿Son los Niños Nuestros Maestros Espirituales más Importantes?

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Cuando salimos del vientre no nos hicimos ilusiones. Estábamos sin ego. Vinimos con un pizarrón limpio, una conciencia limpia y ojos que no juzgan. Y en ese sentido, los niños son nuestros maestros espirituales más importantes. Hay sabiduría en la inocencia de los jóvenes. Ellos saben algunas cosas que hemos olvidado.
Puedes verlo cuando dejas ir todas tus ideas por un rato; Recolectan piedras, vidrios de colores o ramitas que nosotros, en nuestra mente juiciosa, consideramos automáticamente inútiles. Pero sus rostros, por otro lado, se iluminan y van directamente a jugar ellas, y atesoran estas cosas como si fueran oro. ¿Quién puede decir que estas cosas no son preciosas?
Los niños dicen las cosas como son. Si quieres una opinión honesta, pregúntale a un niño. Nos hemos enredado en un pantano de personas agradables y de corrección política. Y no es de extrañar, nosotros juzgamos constantemente. Cuando juzgas, la gente se siente juzgada. Los niños perciben de dónde vienes, tu intención. Las personas necesitan escuchar lo que es, pero necesitan escucharlo de una manera dicha con amor, no con juicio, y los niños no tienen juicio, su expresión es natural.
Algún tiempo después del nacimiento comenzamos a construir egos y a juzgar. Decir que algo es bueno o malo lo hace aquello parte de ti. “Yo” quiero esto, a “Mi”gusta eso. Esto es “mío”. Estas palabras pueden venir en libros, juegos, ejercicios o donde sea que encajen. Y estas cosas se convierten en parte de tu ego en el momento en que las juzgas. En realidad, casi todo ha sido un proceso continuo de inflación del ego desde el nacimiento.
Es fácil volverse arrogante, pensando que nuestro conocimiento nos hace especiales. Creemos que lo hemos resuelto todo. Pero luego la vida nos arroja más allá y comenzamos a buscar el significado de la vida misma. Muchos de nosotros entramos en meditación y filosofía oriental o en la búsqueda de maestros espirituales en algún momento. Y lo que encontramos tiende a sacudir nuestros cimientos. Todo ese conocimiento, pensamientos e ideas, creencias y valores, en realidad no significan nada, al menos no cuando vamos a las realidades más profundas de la vida. Todos somos uno. El ego es una ilusión, una construcción de la mente colectiva.
Creemos que la sabiduría es solo algo que se gana con el conocimiento al agregarlo a nosotros mismos. Pensamos que esta sabiduría es un flujo de arriba hacia abajo –de nosotros hacia los jóvenes– . Pero la sabiduría puede fluir desde abajo, la sabiduría del momento presente es más activa en quien no se encuentra inmerso en los vicios del pensamiento adquiridos en el camino. Y esto lo confirmará cualquier maestro espiritual que se base en el valor de la presencia consciente.
Ahora, has venido a ver el ego por lo que es. Has comenzado el proceso de deflación, dejando ir el ego. En cierto modo, esto es como volver a la forma de niño, y el consejo, entonces, es aprender de ellos. Deja ir el sentimiento de saber, y en su lugar observar. Observar sin juzgar. Hay mucha más sabiduría en la mirada de niño de la que le damos crédito.
Este artículo fue inspirado por este hermoso video de Alan Watts: